La Xunta solicitará la declaración de zona de emergencia para el área afectada.

Apenas una hora de granizada fue suficiente para arruinar la cosecha de los viticultores de Doade, en la Ribeira Sacra, que a pocos días de la vendimia ya solo pueden revisar daños. Calculan que se han perdido más de 400 toneladas de uva, el diez por ciento de la cosecha de toda la Ribeira Sacra, y han pedido la declaración de zona catastrófica.

El área que sufrió el pedrisco el pasado martes 16 de agosto pertenece a la subzona de Amandi –tradicionalmente una de las más conocidas de la Ribeira Sacra– y se encuentra a orillas del Sil. Los viñedos dañados se hallan en una zona de espectaculares pendientes. La superficie siniestrada tiene una extensión de unas sesenta hectáreas, de las que 54 están encuadradas en la denominación de origen. En total son 115 los propietarios que han visto desaparecer de golpe cerca del 100% de su producción de este año. La tormenta ha destruido un año de trabajo.

Los daños, además, no se limitan a la pérdida de las uvas de esta temporada. Las viñas también resultaron muy perjudicadas y los viticultores ya cuentan con que los efectos del granizo se notarán no solo en la cosecha de este año, sino también en las dos próximas. Los bodegueros también temen que la reducción de producción les haga perder la modesta cuota de mercado lograda.

Por ello, la Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia trabajará de la mano de los viticultores de la Ribeira Sacra, especialmente los de la subzona de Amandi, para impulsar la recuperación de su producción y de las áreas afectadas por las tormentas registradas en el sur de Lugo. Así lo señaló la titular de este departamento, Ángeles Vázquez, que se desplazó hasta el ayuntamiento de Sober, acompañada por la delegada territorial de la Xunta en Lugo, Raquel Arias, para interesarse por los daños registrados en los viñedos de esta Denominación de Origen.