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Variedades

Productores australianos, chilenos, peruanos, brasileños, mexicanos, sudafricanos, namibios, indios y estadounidenses han visitado la Región de Murcia para conocer las nuevas variedades de uva de mesa impulsadas desde 2002 por el programa de mejora genética del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA), en colaboración con la sociedad murciana de Investigación y Tecnología de Uva de Mesa (ITUM).

Durante la visita a la finca experimental ‘Cuatro Vientos’, en la localidad de Blanca les han mostrado las principales novedades de selecciones avanzadas en desarrollo, así como las técnicas de cultivo necesarias para su explotación. A continuación, han visitado varias explotaciones comerciales en la Vega del Segura.

El secretario general de la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería y Pesca de la Región de Murcia, Francisco González Zapater, ha resaltado que «el objetivo de esta colaboración público–privada es ofrecer nuevas variedades con buena calidad para el consumidor, mejor adaptadas a las condiciones climáticas actuales, económicamente rentables para el productor y que satisfagan las necesidades de los mercados». Asimismo, ha asegurado que «este programa permite conseguir variedades más resistentes a las enfermedades, con la doble finalidad de reducir el uso de productos fitosanitarios, uno de los objetivos de la agenda 2030, y el de paliar la escasez a la que se ven actualmente sometidos los productores europeos como consecuencia de la eliminación de productos químicos por la Unión Europea».

Resultado de esta colaboración entre IMIDA e ITUM son las 20 variedades registradas sin semillas (apirenas), que «destacan por la textura crujiente de sus bayas y su alta productividad». Los productores que integran ITUM han plantado más de 1.250 hectáreas, que representan más del 20% de la superficie regional. En la actualidad, son 24 empresas productoras de uva de mesa que agrupan más del 98% de la producción de esta zona.

Esto ha convertido a la Región de Murcia en referente a nivel mundial, junto con California, en la innovación de uva de mesa por la obtención de nuevas variedades sin semillas como lo demuestra que las 20 nuevas variedades de uva de mesa apirenas obtenidas y registradas en la Región de Murcia por IMIDA–ITUM se cultivan en los cinco continentes del mundo, en 11 países en los que actualmente hay más de 1.800 hectáreas en producción.

González Zapater ha comentado que «el desarrollo de las nuevas variedades impulsadas por el Gobierno regional se produjo para fortalecer a los productores locales, pero ante el interés mostrado por productores del resto del mundo, se ha enviado material vegetal para su cultivo a Chile, Perú, Argentina, Brasil, Sudáfrica, Australia, México y, recientemente, a India, países en los que se produce a contra–estación para dar continuidad en los mercados internacionales a las variedades de uva de mesa murcianas».

La Región de Murcia exporta 200.000 toneladas de uva de mesa al año, por un valor de 400 millones de euros. Los países de destino son los incluidos en la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, China, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos y Singapur. Unas cifras que sitúan a la Comunidad como principal productora y exportadora a nivel nacional.

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Gracias a los estudios realizados por el Instituto Catalán de la Viña y el Vino (INCAVI) de la Generalitat de Catalunya, en colaboración con los consejos reguladores del Empordà y el Priorat, las bodegas y los viticultores, se ha publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la inclusión de las variedades ‘Cariñena roja’ (con la sinonimia ‘Cariñena gris’) y ‘Verdiell’ (con ‘Verdil’) en la lista de variedades autorizadas en Cataluña.

Este es un paso previo imprescindible para que aquellas Denominaciones de Origen interesadas puedan incorporarlas a su lista de variedades autorizadas. Esta incorporación llega en respuesta a la petición del INCAVI al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, tramitada a través del Servicio de Ordenación Agrícola del Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural (DACC).

La directora general del INCAVI, Alba Balcells, ha manifestado que «las múltiples variedades autóctonas y patrimoniales de uva del vino catalán nos aportan un valor que nos distingue del resto de países elaboradores, una singularidad que debemos trasladar a mercados y sobre todo a los consumidores». 

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La Denominación de Origen Cariñena trabaja para potenciar la variedad de uva autóctona ‘Cariñena’ «como una de sus señas de identidad y base para la elaboración de vinos de gran valor». Los resultados obtenidos y los nuevos proyectos en marcha se han mostrado en la cata–presentación ‘Re–descubriendo la ‘Cariñena’, organizada por el Club de Amigos de Vinos de Aragón, que reunió a aficionados, profesionales del mundo del vino y representantes institucionales para conocer más de la única uva que toma su nombre de una denominación.

En el acto, celebrado en Zaragoza, medio centenar de asistentes pudieron degustar ocho ejemplos de vinos con variedad ‘Cariñena’ presentados por otras tantas bodegas de la D.O. Cariñena y conocer mejor su historia y características con las intervenciones de Antonio Ubide, presidente de la D.O.; Claudio Herrero, secretario general; Carmen Urbano, directora general de Promoción e Innovación Agroalimentaria del Gobierno de Aragón, y Juan Cacho, presidente de honor del Club de Amigos de Vinos de Aragón. Los vinos catados han sido Hacienda Molleda 2022, de Hacienda Molleda; Finca Marimú 2021, de Bodegas Care; Terrai Roble 2021, de Bodegas Covinca; Anayón 2020, de Grandes Vinos; Gabarda 2020, de Bodegas Luis Marín; Vinos del Viento 2019, de Cooper Cellars; Menguante Selección, 2019 de Bodegas y Viñedos Pablo, y Particular 2017, de Bodegas San Valero.

Ubide resaltó que la ‘Cariñena’ es una variedad en auge porque «resiste el cambio climático, aguanta la sequía y los golpes de calor y conserva la acidez con lo que permite elaborar vinos de menor grado alcohólico, tanto en monovarietales como coupages», y subrayó también que es una variedad surgida en la zona de Cariñena «y que se adapta perfectamente al territorio».

Por su parte, Herrero explicó líneas maestras del proyecto ‘Elaboración de vinos emblemáticos de la variedad ‘Cariñena’, que se ha presentado al Gobierno de Aragón, junto con la Universidad de Zaragoza, como una «herramienta para todas las bodegas y viticultores». El objetivo es describir los aromas característicos de esta uva, estudiar posibles aspectos negativos y cómo eliminarlos para mejorar la capacidad de envejecimiento y calidad y divulgar sus resultados para producir vinos destinados a gama Premium y Ultrapremium.

Sobre este potencial, Cacho, catedrático de Química y experto en enología, destacó que los vinos catados demuestran que la ‘Cariñena’ tiene «un gran potencial como vino de guarda» y que, a diferencia de otras variedades, «una buena añada se puede guardar 15 o 20 años».

Finalmente, Urbano afirmó que el trabajo presentado por las bodegas y la Denominación «merece una matrícula de honor por poner en valor una variedad autóctona que nos puede representar y diferenciar» y que «con la ‘Garnacha’ forma una pareja ganadora». https://elvinodelaspiedras.es/

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La empresa de la familia Buffat especializada en innovación varietal, producción y comercialización de fruta de hueso, PSB Producción Vegetal, ha inaugurado el 23 de marzo la ampliación de sus instalaciones en Mula (Murcia). En concreto, se ha ampliado el almacén, instalado placas solares y una nueva calibradora de última tecnología, con seis cintas para preparar la fruta tras su recolección, que supondrá incrementar la plantilla en 100 personas (en la actualidad cuenta con 265 trabajadores, dada la proximidad del inicio de la campaña).

Además de productores, proveedores, clientes, viveristas, colaboradores, empleados, bancos, los alcaldes de Pliego y Mula, Antonio Huéscar y Juan Jesús Moreno, respectivamente, el consejero autonómico de Agricultura, Antonio Luengo, y otras autoridades, el acto ha contado con la presencia del presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras. Este último ha aprovechado la ocasión para poner en valor las investigaciones realizadas por Gobierno regional en materia de mejora genética de fruta de hueso, con el objetivo de obtener nuevas variedades de élite con interés para el sector productivo y diversificar así la producción.

El 2023 es un año importante para la compañía ya que, además de celebrar el 25º aniversario en innovación varietal, ha acogido la fusión de sus dos empresas: Frutas de la Sierra Espuña y PSB Producción Vegetal. Así, a partir de ahora, PSB Producción Vegetal centralizará todas las actividades tanto de hibridación como de producción de fruta de hueso.

Esta doble actividad «nos permite conocer las exigencias y necesidades del mercado y crear variedades adaptadas al futuro, aconsejando a nuestros clientes para que puedan ir adaptando sus plantaciones», han apuntado desde la empresa. Para añadir en relación a la inauguración de la ampliación que «el día de hoy nos impulsa a ser más fuertes y seguir desarrollando, investigando y creando las variedades del futuro».

PSB Producción Vegetal factura en torno a los 8,5 millones de euros anuales, de los que el 100% se destina a la exportación. Cada año producen alrededor de 4.500 toneladas de albaricoques, nectarinas, melocotones y ciruelas.

https://psbproduccionvegetal.com/

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La competitividad y el carácter diferencial en el cada vez más exigente mercado de los vinos, junto con la adaptación frente al cambio climático, son las claves de los estudios y experiencias que han dado como resultado 4 nuevas variedades de uva ‘Monastrell’, que se han presentado en la Estación Enológica del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA), en Jumilla, en un acto presidido por el consejero de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca, Medio Ambiente y Emergencias, Antonio Luengo.

Las nuevas variedades son: Gebas, Myrtia, Calnegre y Calblanque. Según ha afirmado Luengo, «son el mejor argumento de futuro para el Territorio Monastrell y para las Denominaciones de Origen Protegidas que basan en ella gran parte de su producción y de su identidad, porque conservando cualidades y calidades propias de esta uva, aportan caracteres que se hacen necesarios para afrontar con solvencia los nuevos retos».

El consejero ensalzó el papel que viene desempeñando el IMIDA desde hace más de dos décadas en la obtención de nuevas variedades de uva de vinificación de ‘Monastrell’ y ha comentado «la enorme importancia que tienen por ser resistentes a las altas temperaturas o la sequía en tierras como el Sureste de España, donde la amenaza del cambio climático y la desertización es más grave que en otros territorios».

«Eso permite, a través de la investigación y la innovación, dar respuesta al reto permanente de la competitividad, a las demandas de los consumidores, que buscan productos más saludables y respetuosos con el medio ambiente, y a las exigencias climáticas, y todo ello, no sólo sin perder un ápice de calidad, sino subrayándola», ha explicado Luengo.

Las nuevas variedades registradas que se ponen a disposición del sector, «suponen un valor añadido respecto a las actuales, debido a sus resistencias, y tendrán un claro impacto socio-económico. Su mayor productividad redundará directamente en la rentabilidad de los cultivos y la mejora que implicarán en la calidad de los vinos de la zona influirán positivamente en la consolidación y potenciación de las tres Denominaciones de Origen de los vinos de la Región de Murcia, y de aquellos otros que tienen como base la Monastrell, incrementando la exportación y contribuyendo de forma significativa a la riqueza del sector».

El procedimiento hasta tener disponible una nueva variedad a nivel comercial suele durar entre 10 y 15 años. En primer lugar, se realiza un riguroso proceso de selección para comprobar que la nueva variedad supera en calidad a los parentales y a cualquier variedad disponible en el mercado. Posteriormente, y tras comprobar su estado sanitario y que está libre de virus, ha de pasar la evaluación de cuatro años por la Oficina de Registro de Variedades Comerciales. Paralelamente, se hacen ensayos para ver su comportamiento en distintas zonas de cultivo con plantaciones más grandes, gracias a la colaboración de viticultores y bodegueros interesados. Además, una vez registradas, para que sean vinos comercializables deben aparecer en el listado de variedades autorizadas de uva de vinificación para la Región de Murcia, «para lo que se hace preciso un estudio que demuestre que la variedad en cuestión produce vino de calidad en las distintas condiciones edafoclimáticas».

Luengo ha recordado que la Región de Murcia se identifica como ‘Reino de la Monastrell’, ya que las DD. OO. de Jumilla, Yecla y Bullas aglutinan el 73% de las 29.000 hectáreas dedicadas en España por las denominaciones de origen a esta variedad.

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La cata de tres vinos elaborados con ‘Albana’ (uva blanca), ‘Carinyena roja’ (rosada) y ‘Sanguina’ (tinta) ha puesto el punto y final a la presentación del proyecto MINORVIN ‘Valorización de variedades minoritarias de viña por su potencial para la diversificación vitivinícola y de resiliencia al cambio climático’, realizada en Barcelona Wine Week (BWW).

En el proyecto, que se inició en junio de 2019 y que finaliza en septiembre de este año, se han estudiado 57 variedades minoritarias, actualmente poco conocidas y algunas en peligro de desaparecer, evaluando su fenología, fertilidad y parámetros de producción, su resistencia a la sequía, el estado sanitario de las mismas (presencia de virus), la tolerancia a enfermedades fúngicas (mildiu y oídio) y el potencial enológico (características físico–químicas, perfil fenólico, aromático y sensorial) para diversificar la producción de vino. En el mismo, participan 16 centros de investigación vitivinícola junto a 21 bodegas de 14 DD. OO.

Gregorio Muñoz, investigador del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA) y director de investigación de MINORVIN, ha señalado que el proyecto se ha llevado a cabo con la finalidad no solo de recuperar las plantas sino también los vinos de variedades «algunas de las cuales ya se cultivaban en tiempos de los romanos y otras en la edad media». Asimismo, ha explicado que se entiende por variedad minoritaria «es anterior a la filoxera, cultivada en superficies menores a las 1.000 hectáreas y parcelas con más de 70 años». Para añadir que «interesa recuperarlas pues permiten diversificar la producción, obtener vinos con mayor tipicidad (diferenciación), potenciar el patrimonio cultural y potenciar la adaptación a las condiciones climáticas derivadas del cambio climático, sin olvidar que aportan un beneficio económico y social».

Muñoz ha comentado algunas de las variedades estudiadas como la ‘Jarrosuelto’, que se puede encontrar en Madrid, Aragón, Galicia o Andalucía, la ‘Terriza’ o la ‘Tortozona tinta’.

Por su parte, Anna Puig, investigadora del IRTA–INCAVI, ha ofrecido a los asistentes a la presentación diversos datos referentes al análisis sensorial de los vinos catados en el proyecto, de 57 tipologías distintas, elaborados durante tres vendimias consecutivas (2019, 2020 y 2021). Puig ha explicado que, en total, los 27 catadores del panel de cata han probado 205 muestras de vino (90 blancos, 8 rosados y 107 tintos), analizando entre 8 y 11 muestras por sesión y 76 parámetros diferentes por cada vino. Entre las conclusiones ha mencionado que con este proyecto «se abren nuevas oportunidades de diversificación de mercado, sin perder la tradición y la utilización del patrimonio varietal propio».

Finalmente, Enric Bartra, investigador del INCAVI, ha sido el encargado de conducir una cata con vinos tres de las variedades minoritarias estudiadas, ‘Albana’, ‘Carinyena roja’ y ‘Sanguina’.

La ‘Albana’ es una variedad blanca, de vigor medio y producción media–alta, con muy pocas plantas localizadas en las DD. OO. Costers del Segre y Montsant. Tiene una maduración tardía, a finales del mes de septiembre, un grado medio y una acidez moderada. Por lo que se refiere a la nota de cata, presenta un color amarillo pálido y brillante; los aromas recuerdan frutas blancas como la manzana y la pera y un matiz floral; y en boca tiene una buena intensidad y la sensación de volumen con notas de fruta blanca.

La ‘Carinyena roja’ es una variedad rosada cultivada en la D.O. Empordà, con una producción y vigor medios, y una maduración tardía a principios de octubre. La graduación es moderada y la acidez alta. De color rosado brillante de intensidad media, presenta aromas con notas de fruta y especias. En boca predomina la fruta roja, el equilibrio, la suavidad y una intensidad media.

Por último, la ‘Sanguina’ es una variedad tinta de la D.O. Montsant. De grano menudo es poco productiva y de vigor bajo. A diferencia de las dos anteriores, es de maduración temprana, a principios de septiembre. La nota de cata destaca su color rojo oscuro como cereza madura, aroma a pimienta y otras especias. En boca es intenso con acidez y sensación tánica moderada.

El proyecto Minorvin ha sido financiado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), a través del Ministerio de Ciencia e Innovación (MCINN) y la Agencia Estatal de Investigación (AEI).

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Cuatro meses antes de la erupción del volcán Cumbre Vieja de La Palma, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de La Palma y la Consejería de Agricultura del Cabildo Insular acordaron iniciar un estudio genético de las variedades de vid de esta isla canaria. El objetivo era encontrar nuevas variedades locales y variaciones (mutaciones) de determinadas variedades adaptadas durante siglos en La Palma, que podrían estar en peligro de extinción, y de este modo conservar su patrimonio vitícola. Esta investigación, como la que se ha llevado a cabo en las islas de Lanzarote, La Gomera, El Hierro y Fuerteventura, se encargó a la investigadora Francesca Fort, del grupo de investigación en Tecnología Enológica (TECNENOL) del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona. Según ha informado este centro universitario «se trataba de seleccionar variedades consideradas raras o desconocidas y variedades antiguas de cepas de más de 100 años o bien injertadas a partir de individuos centenarios».

Fort ha manifestado que «tenemos setenta muestras, de las noventa que nos tenían que llegar, en los congeladores de los laboratorios de la Facultad de Enología a punto de iniciar el estudio genético». Estas muestras –que llegaron a principios de junio– provienen de diferentes viñedos repartidos por la toda la isla. Trece de estas, propiedad de cinco viticultores, están enterradas bajo la lava o de las cenizas del volcán «y son totalmente irrecuperables», ha apuntado la investigadora, de las que 8 tenían más de cien años; y de algunas se sabe la variedad, «aunque una vez realizado el estudio genético, los resultados no siempre coinciden con las variedades que los propietarios creen que son» y, en otros casos, «son variedades todavía desconocidas».

Hacer la caracterización genética de estas variedades llevará un año de trabajo. El problema ahora es que muchos de estos viñedos enterrados ya no se podrán recuperar. «Nos queda una muy pequeña esperanza de que, como las muestras de sarmientos han sido congeladas y, por tanto, las yemas de las mismas también, se pudieran recuperar estos individuos a partir de las células meristemáticas de estas estructuras mediante técnicas 'in vitro'», ha señalado Fort.

 

Problema endémico

La erupción volcánica ha puesto en evidencia un problema que ya venía arrastrando el sector en los últimos años: la pérdida de cosecha año tras año debido a múltiples factores como el escaso relevo generacional, sequía, incendios forestales y daños por fauna silvestre. El volcán ha arrasado, según datos del C.R.D.O., cerca de cuarenta ha de viñedos inscritos en esta D.O. «Parte de ellos son irrecuperables, pues han quedado bajo las coladas de lava; otros, tenemos la esperanza de que puedan recuperarse, todo dependerá de la voluntad de los viticultores y de las ayudas que lleguen», ha indicado Alberto Martín, presidente de la D.O. de Vinos La Palma.

Según Martín, «nos encontramos en el momento de la recuperación y creo que debemos ver el volcán como una oportunidad para trabajar e intentar mejorar todos los aspectos problemáticos previos a la erupción y, por supuesto, el restablecimiento del viñedo dañado». En este sentido, ha añadido que «cuando fuimos conscientes de que parte de las muestras que habíamos recogido en campo para el estudio habían quedado sepultadas bajo la lava fue un mazazo». Les vinieron a la mente estas variedades «que quizá puedan haberse salvado por encontrarse en el laboratorio». También pensaron en los propietarios de esas variedades, «que en algunos de los casos han perdido sus viviendas, es tremendamente duro, pero toca recomponerse y empezar a trabajar cuanto antes para que este sector vuelva a brillar».

En esta superficie de cuarenta hectáreas sepultadas bajo lava o ceniza, mayoritariamente existían variedades como el ‘Listán blanco’ (‘Palomino fino’) y el ‘Negramoll’ (‘Mollar cano’), y con menor proporción la ‘Malvasía’ de La Palma, el ‘Sabro’ (variedad que solo se encuentra en La Palma, por tanto, es una variedad local) y la ‘Forastera blanca’. Sin embargo, no se descarta que haya variedades nuevas, es decir, individuos que no están catalogados.

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Investigadores del grupo de Genética y Genómica de la Vid (Vitigen) del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) han publicado los resultados de análisis de ADN de variedades de vid armenias que proporcionan información sobre su identidad y relaciones genéticas.

El sur del Cáucaso es reconocido como el principal centro de domesticación de la vid (Vitis vinifera L.) y tiene una gran diversidad de vides silvestres y cultivadas. Los hallazgos arqueológicos indican que las actividades vitivinícolas han existido en Armenia durante más de 6.000 años, siendo la viticultura una de las actividades más importantes del sector agrícola armenio moderno. A pesar de esta relevancia, algunas vides en colecciones locales aún no han sido debidamente identificadas, lo que dificulta la conservación, caracterización y eventual uso eficiente de estos recursos genéticos autóctonos.

En este estudio, en el que ha participado la Dra. Anna Nebish, investigadora en histología y genética de la vid en Armenia, que disfruta en el ICVV de una beca dentro del Programa Horizon 2020 de la UE, se ha utilizado una estrategia de análisis de dos tipos de marcadores de ADN, SNP y SSR, para la identificación genética de una serie de accesiones de vid de la Colección de variedades de vid de la Academia Internacional de Viticultura y Enología en Nalbandyan, que se supone son variedades autóctonas de Armenia.

Los resultados obtenidos han proporcionado información útil para la correcta identificación de estos recursos genéticos, revelando múltiples casos de sinonimias, homonimias y nombres erróneos. Así, los datos genéticos permitieron confirmar el pedigrí propuesto para algunos de los cultivares identificados en este estudio y aclarar el origen de otros. Además, se ha propuesto, por primera vez, una serie de nuevos pedigríes y posibles relaciones parento–filiales de cepas autóctonas armenias. La singularidad de este conjunto genético en comparación con otras variedades de Europa occidental y central, así como las posibles fuentes novedosas de variabilidad en los rasgos de interés que se encontraron, resaltan la importancia de mejorar el conocimiento del acervo genético de la vid armenia. Más información en https://oeno-one.eu/article/view/4815#

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Artículo de Opinión 

Félix Cabello Sáez de Santamaria
Secretario General del IMIDRA (Instituto Madrileño de Investigación y desarrollo rural y alimentario)

 

Historia y origen de la variedad

Según la referencia de Valcárcel en 1765, dice del Monastrell que es originaria del antiguo Reino de Valencia. Clemente (1807) la incluye en la sección primera, en el grupo de variedades aisladas, con el nombre de Morrastell. La cita en Cuebas, con el nombre Torrontés en Lubrin y como Casca en los Vélez. Añade que es el Monastrell verdadero de Valcárcel y el Monastrell menudo de Del Vao. Esta variedad tiene problemas de sinonimias con Graciano, ya que esta última se la conoce en Francia como Morrastel y la similitud del nombre con sinonimias españolas de Monastrell ha inducido e induce a errores. Este error se remonta al final del siglo XIX, por ello Rosavenda en 1877 menciona primero Morrastel Negro originario de España y el segundo Morratel o Morrastel, originario del Levante español y de la Francia meridional. Posiblemente el primero fuera Graciano y el segundo Monastrell. Respecto al cultivado en el sur de Francia, anota las diferencias de este vidueño respecto de su similar el Mourvèdre o Tintilla de España y dice que debe ser la misma variedad, conocida en Cerdeña con el nombre de Murristelu, aquí posiblemente mezcla Graciano como Tintilla y Mourvèdre con Monastrell. Abela (1885) describe como Varcacella (vulgo Morrastell) una variedad extendida con nombres poco diferentes en casi todo el litoral del Mediterráneo, desde Granada y Málaga hasta Cataluña y sureste de Francia. García de los Salmones (1914) cita su presencia en las provincias de Valencia, Murcia, Alicante, Castellón, Cataluña, Ciudad Real, Albacete, Navarra, Salamanca, Soria, Logroño, Huesca, Baleares y Canarias. Pacottet (1928) la describe con la denominación Morastell, diferenciando dos tipos, el Morastell de grano pequeño, que es el que considera verdadero, con las sinonimias Torrontés, Mechón, Casca, Peribáñez, Morata y Morristelu, y el Morastell de grano grueso, con las sinonimias Mataró, Parrel de Aragón, Balzac, Espar y Mourvedre. Además, cita la variedad Garrut, distinta a las anteriores, aunque la describe de forma muy similar, pero la señala como “bastante resistente al mildiu”. Marcilla (1954) dice de la variedad Monastrell que también es llamada Ros, Reina, Veremeta, Alcayata o Gayata, es una cepa fundamental en Alicante, parte de la provincia de Albacete (zona no manchega), Valencia, etc., y su cultivo se extiende a algunas zonas de la región catalana. De sus vinos dice: “A partir de los frutos de esta variedad, Monastrell y de los de Garnacha Tintorera se obtienen los famosos vinos de Alicante, de elevada graduación alcohólica, gran cuerpo y mucha capa, excepcionales como vinos para mezclas”.

El Monastrell ha dejado descendientes en toda la cuenca occidental del Mediterráneo, en el sur de Francia del cruce de Monastrell por Hebén hay dos descendientes: Bourrisquou y Cot de Cheragas; con los mismos parentales en Baleares hay dos hijos: Epero de Gall y Gorgollasa y en Cerdeña la variedad Pascale di Cagliari y en Albacete y Alicante respectivamente tiene otros dos descendientes del cruce con la variedad Brujidera que son Canamelo y Mondragón. En todos los casos el Monastrell actuó como parental masculino.

Por todo lo expuesto, la Monastrell es, sin duda, una variedad cultivada desde hace siglos, posiblemente anterior al S. XVI, vinculada al litoral Mediterráneo desde Jumilla al Rosellón, norte de África y las islas Mediterráneas en función de los descendientes que aparecen en descendientes en Levante Español, Albacete, Baleares, comarca del Ródano en Francia, Argelia y Cerdeña. Existe con confusiones de homonimias en la Morrastel que unas veces son Graciano y otras Monastrell.

Sinónimos: Alcayata, Del Reyno, Garnacha, Garruch, Garrut, Garruts, Gayata, Mandó, Molverde, Molverdes, Monastel, Monastrel, Monistrellen, Morastel, Morastell. Mourvèdre (Murviedro) en Francia; Mataro en Australia.

 

Zona de cultivo

Ocupa el 6º lugar en superficie entre las variedades españolas. Se ha reducido mucho su superficie de cultivo de Monastrell desde 105.968 hectáreas (ha) que había en 1990 a las actuales 39.924 ha. Por CC. AA. hay 18.015 ha en Murcia, 15.811 ha Castilla–La Mancha y 5.812 ha Valencia, el resto, en cantidades reducidas, en otras 7 CC. AA. La variedad Monastrell se encuentra como variedad autorizada en: Alella, Alicante, Almansa, Binissalem, Bullas, Calatayud, Cariñena, Cataluña, Cava, Conca de Barberá, Costers del Segre, Empordá, Jumilla, La Mancha, Manchuela, Montsant, Penedés, Pla i Llevant, Ribera del Guadiana, Tarragona, Valencia y Yecla.

 

Descripción de la variedad

La variedad Monastrell es tiene el brote joven: muy algodonoso, con pigmentación rojiza débil. La hoja joven es de color bronceado; envés muy algodonoso. La hoja adulta es de tamaño grande; relativamente coriácea, forma pentagonal y pentalobulada; con el seno peciolar abierto en “U” y senos laterales cerrados; nervios del haz débilmente pigmentados; envés relativamente algodonoso. El racimo es de tamaño medio; compacidad alta; forma cónica con un ala. La baya de tamaño pequeño; forma elíptica-ancha; color de la epidermis azul negro, la piel de la baya es bastante dura y la pulpa blanda de color amarilloverdosa. El pedúnculo del racimo es bastante duro y. El porte de los sarmientos es muy erguido y no dan muchos nietos.

 

Características agronómicas

Es una variedad de brotación tardía y maduración muy tardía. Sensible a ácaros, mildiu y podredumbre ácida. Mayor resistencia a oídio que otras variedades tintas (Tempranillo, Mazuela, Cabernet Sauvignon…). Muy resistente a la sequía, de vigor medio y producción media-alta

 

Características enológicas

Produce vinos ricos en alcohol, acidez media–baja, muy pigmentados, tánicos y estructurados, con cuerpo. En general poseen alto contenido en antioxidantes de tipo tánico que favorecen la conservación, en las zonas con veranos y otoños de noches más frías el color más estable. Posee aromas peculiares. Son vinos relativamente resistentes a la oxidación.

En Alicante, se elabora el “fondillón”, un vino de gran intensidad aromática, procedente de uvas Monastrell de vendimia tardía.

 

 

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El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través del grupo Viticultura, Olivo y Rosa (VIOR) de la Misión Biológica de Galicia (MBG) ha anunciado que avanza, tras más de dos años de trabajo de laboratorio, en la investigación ‘Valorización de variedades de uva minoritarias por su capacidad para la diversificación vitivinícola y enológica y su resiliencia a las enfermedades fúngicas influenciadas por el cambio climático’.

La investigación se trata de un subproyecto dirigido por Carmen Martínez desde la MBG con la participación del resto de los investigadores del grupo VIOR (José Luis Santiago, Pilar Gago y Susana Boso) y la colaboración de 16 grupos de investigación de diferentes comunidades autónomas españolas. Este, a su vez, forma parte de un proyecto global coordinado por Gregorio Muñoz, del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), y financiado por el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica 2017-2020 (MCINN/AEI/FEDER, UE.): ‘Valorización de variedades minoritarias de vid por su potencial para la diversificación vitivinícola y de resiliencia al cambio climático (MINORVIN)’.

El proyecto global incluye dos subproyectos más: ‘Valorización de variedades de uva minoritarias por su capacidad de diversificación viticultura y enología y su resistencia a la sequía’, dirigido Muñoz Organero, del IMIDRA, y ‘Valorización de variedades de uva minoritarias por su capacidad de diversificación viticultura y enología y minimizar los efectos del cambio climático en la calidad del vino’, dirigido por Anna Puig, del IRTA-INCAVI.

A lo largo de estos dos años de trabajo, se ha estudiado la sensibilidad a mildiu de 77 variedades de vid diferentes. En el subproyecto que lidera el CSIC a través de la MBG, se ha incluido un estudio de la sensibilidad a oidio de las mismas variedades, llevado a cabo por Cristina Menéndez y Mª Teresa Martínez Soria, de la Universidad de la Rioja. Se prevé que todas las investigaciones que se desarrollan en el proyecto concluyan en diciembre de 2022.

En el subproyecto se estudian variedades enviadas desde el IMIDRA; la Dirección General de Producción Agraria de Aragón; el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León; el Instituto Tecnológico de Viticultura y Enología de Valencia; el Instituto de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha; el MBG (CSIC); la Diputación Foral de Bizkaia; la Estación de Viticultura Enología de Navarra y la Universidad Pública de Navarra; la Universidad de La Rioja; el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias + Instituto Catalán de la Viña y el Vino; la Agencia Gallega de la Calidad Alimentaria – Estación de Viticultura y Enología de Galicia; el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura; el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y Producción Ecológica, y la Universidad de las Islas Baleares.

«El objetivo de la investigación es estudiar la sensibilidad de cerca de 77 variedades de vid procedentes de todas las comunidades autónomas a las dos enfermedades fúngicas de mayor incidencia en viticultura, mildiu y oidio», ha señalado Carmen Martínez, investigadora científica del CSIC y coordinadora del subproyecto.

 

‘Desinfección y parafinado’
A comienzos de 2020 y de nuevo en 2021, llegaron a la MBG estaquillas de las 77 variedades minoritarias de vid recuperadas en los últimos años por los grupos inmersos en la investigación. «Procedimos a su desinfección y parafinado, y las conservamos durante cuatro meses en cámara fría, se pusieron a brotar en cámara de cultivo y se pasaron a invernadero bajo condiciones controladas de luz, temperatura y humedad. Posteriormente, se extrajo, propagó y conservó hasta el momento de ser utilizado el patógeno P. vitícola y se llevó a cabo, empleando la técnica del disco de la hoja, la inoculación de las 77 variedades», ha detallado Martínez. Para añadir que «pasados unos días, se observaron y evaluaron los síntomas de la infección, midiendo tanto el porcentaje de discos con esporulación como la densidad y la severidad. Estos ensayos se repitieron tres veces para cada una de las 77 variedades, y durante el año 2020, y se repetirá de nuevo a lo largo de 2021».

Por su parte, Susana Boso, otra de las investigadoras del grupo VIOR, ha comentado que «un 45% de las variedades mostraron sensibilidad intermedia al patógeno, frente a un 21% que la mostró elevada y a un 17% aleatoria dependiendo del muestreo».

En el primer grupo, el de elevada susceptibilidad, los investigadores diferencian entre las que presentaron una incidencia mayor del 75% y severidad y densidad mayor del 50% (‘Rayada Melonera’, de Andalucía, ‘Tottozona Tinta’, de Navarra o ‘Tinto Jeromo’, y de Castilla-León).

Las variedades con susceptibilidad baja presentaron una incidencia menor del 50%, severidad menor del 20%, y una densidad menor del 35%. Es el caso de ‘Morate’, de Madrid; ‘Sanguina’, de Cataluña y ‘Tinta Redonda’, del País Vasco.

Las variedades con susceptibilidad intermedia fueron aquellas con una elevada incidencia pero severidad o densidad por debajo del 50%. En este grupo se encuentran algunas de procedencia gallega como ‘Albilla do Avia’ y ‘Ratiño’ (Galicia).

«En estos momentos, están brotando en el invernadero las estaquillas de las 77 variedades enviadas de nuevo este año, y próximamente procederemos a inocular en laboratorio, igual que se hizo el año anterior. El objetivo es comprobar si las que eran muy sensibles o poco el año anterior, continúan siéndolo este año», han avanzado los investigadores del CSIC.

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